THURSDAY, JULY 13, 2017
Tras cruzar el atlántico me esperaba Dani, el hijo de mi maestro, en el aeropuerto.
Estaba cansado pero verle me alegró el corazón, pensaba que iríamos al lugar donde me iba a alojar pero la situación era diferente, íbamos a una exhibición de artes marciales en el Ejido (una localización en Telde, dónde vive mi maestro).
Primero llegamos a la casa del maestro Pedro, entramos muchos, primero saludamos a Don Domingo (Su padre) y luego nos sentamos en el suelo, todos juntos con actitud de escucha (así no hablásemos mucho) y con el pensamiento de “En que más puedo ayudar”. Después de compartir un rato nos dirigimos a la exhibición, en ésta compañeros del equipo (tanto locales como extranjeros) demostraron técnicas y describieron nuestro arte marcial.
De las cosas más importantes de la exhibición fue la entrega de una placa a Don Domingo Fleitas por su apoyo a las artes marciales.
Es imprescindible reconocer la labor de tantos héroes y guerreros, muchas veces anónimos, que permiten el desarrollo del arte y la transmisión de las enseñanzas.
Tantas madres y padres, hermanos y hermanas, familiares, amigos y personas que incluso con las más simples labores, como mantener limpio un espacio, servir un té al maestro en un restaurante, llevar a los participantes al dojo, etc, hacen posible que los sueños se hagan realidad.
Y con esa introducción empiezo a relatar el encuentro, lo primero que recuerdo que dijo el maestro es: Hay que soñar en grande.
Hace muchos años Pedro me dijo “Si la intención es pura, la suerte aparece”, creo que no puedo explicar de otra manera tantos viajes alrededor del mundo, conocer a tantas personas maravillosas y poder compartir en los caminos marciales del budo de Hatsumi Sensei, realmente todo parece magia.
Una de esas personas que he encontrado en el camino por la cual siento una profunda admiración es el Shihan Guillermo Lugo, un artista marcial excepcional, con resultados visibles en su vida personal y tal vez una de las personas de las que más he aprendido a ser alumno. Durante el encuentro el maestro pidió a Guillermo compartir algunas palabras sobre su experiencia, de todo lo que dijo quiero parafrasear lo que dijo.
El dijo que una pregunta que todos nos debemos hacer es “¿Queremos seguir al maestro y dedicarnos a esto?”, la respuesta es dicotómica “Si-No”.
Guillermo decía que siempre va a haber un impedimento para entrenar, al principio tal vez sean los estudios, luego tal vez una pareja, luego el jefe o el trabajo, luego los hijos, siempre hay un pero, un “obstáculo”.
Si la respuesta a la pregunta inicial es No, es claro que deberíamos dejar de perder el tiempo y dedicarnos a otra cosa, seguramente hay muchas actividades en las que podemos ser buenos.
Pero si la respuesta es Si, debemos estar dispuestos a hacer lo que sea necesario para seguir en el camino siendo capaces de afrontar cualquier “obstáculo” y buscando la manera de evadirlo para seguir adelante.
Soñar en grande, el consejo del maestro, si no soñamos en grande, nos quedaremos en nuestras rutinas, en nuestras propias barreras.
“Todo lo que se repite más de una vez es una kata” y así si empezamos a soñar en grande, ésta será nuestra kata, éste será nuestro hábito de crecimiento, un viento marcial profundo y fuerte que nos impulsará a volar más allá de nuestras limitaciones personales.
El maestro mencionaba la diferencia entre Keiko y Shugyo, Entrenar e “Ir a profundidad”. Debemos ir a profundidad, entender que las condiciones son perfectas, así sean duras y austeras momentáneamente.
En todo un universo infinito saber que se está vivo, en éste momento, recibiendo las enseñanzas, teniendo un maestro es una oportunidad realmente rara y preciosa.
Entender que el budoka (artista marcial) se forja en el dojo, pero el campo de batalla está afuera, con los seres, protegiéndolos, ayudando a que la mayor cantidad de ellos viva una vida mejor.
Pedro mencionó que no existe realmente la distancia, es un invento para sentirnos cerca o lejos, sólo existe el momento oportuno, un timing que no se repite.
El maestro mencionó la importancia de tener un corazón y una mente que vayan en consonancia, juntas, no un pensamiento excesivo ni un sentimiento desbordado, una armonía concordante, una tonada que resuena en el alma.
Me queda solo un profundo sentimiento de agradecimiento hacía mi maestro y mi familia marcial, una admiración inclusiva en dónde lo importante es ser de beneficio para la mayor cantidad de seres a través de las artes marciales como protectores, guardianes y estudiantes del misterioso camino del budo, que en resumen es la vida misma.
No pierdan el tiempo… la vida se va muy rápido (Me lo repito a diario).
Komyo Ryu, alumno de Unryu.
Siempre, un amigo más en el camino, siempre un estudiante más, siempre solamente David.