WEDNESDAY, NOVEMBER 1, 2017
“Calidad sobre cantidad”
Siempre he considerado que organizar un evento como un seminario es un gran desafío.
Como organizador de varios de éstos he podido vivir en carne propia la sensación de querer que salga todo perfecto, las cosas que se van saliendo de control poco a poco (Como es esperable) y los miedos escenciales de que alguien se lastime durante el seminario o que los gastos no se logren cubrir con los aportes de los asistentes.
Considero que es un acto de gran generosidad el poder entregar los recursos y tiempo propios para que otros puedan aprender, Gracias Pam por tu dedicación y esfuerzo, hiciste un evento memorable y maravilloso!
Como siempre trataré de comentar sobre algunas frases (lo más textual que las pueda recordar) de mi maestro con algunos pensamientos personales.
He tenido la fortuna de poder acompañar a mi maestro en muchos seminarios al rededor del mundo, he estado en seminarios con más de 300 participantes y seminarios con pocas personas, en todos la sensación es diferente, pero siempre maravillosa.
¿A caso hay que ser muchos o pocos para entrenar? Creo que a mi maestro le da lo mismo, el llega y hace su trabajo, los que quieren y pueden escuchan y aprenden, Pedro escucha y aprende siempre de todos, posteriormente todos seguimos adelante.
Hay dos frases que suelo escuchar entre los participantes de los seminarios de mi maestro: “Sentí que Pedro me prestó atención y me enseñó mucho” y “No entendí ni recuerdo muchas cosas pero estoy feliz”.
Creo son los dos pilares de un buen aprendizaje. En primera instancia la conexión alumno maestro, que aunque sea por un momento, si es verdadera es significativa. Y en segundo lugar el aprendizaje del sentimiento de las enseñanzas, imperceptible al entendimiento pero profundamente sentido, como la frase de Vanessa Ives en la serie de televisón Penny Dreadful:
“¿Cree usted que hay un Demimonde señor Chandler? ¿Un mundo intermedio entre lo que sabemos y lo que tememos? Un lugar en las sombras, raramente visto, pero sentido profundamente”
Las clases fueron similares a las del entrenamiento en un dojo, el maestro mencionaba la importancia de ir de “Lo simple a lo simple”, no de lo “Simple a lo complejo”, pues según decía entre lo simple y lo simple se encuentra lo complejo.
Trabajamos inicialmente sobre la técnica básica Omote Gyaku (Luxación hacia el exterior de la muñeca podría ser una posible traducción), el maestro Pedro comentó que más que entenderla como una luxación se debería estudiar como el sentimiento de “Apertura”.
El maestro comentó qué “El kihon Happo se construye a partir de un movimiento de armonia y desarmonia incontrolable” una especie de conexión en la que el movimiento ocurre naturalmente cuando uno mismo desaparece.
Hizo énfasis en nuestros rodamientos al salir de las técnicas, repetía “Para que te vean tus hermanos menores”, posteriormente “Para que te vean tus hermanos mayores”.
“Los rodamientos son una forma de pensar, pensar hacia adelante, hacia atrás, hacia los lados” el cuerpo y la mente se deslizan en el espacio en todas las direcciones.
Creo que el ejemplo es una de las formas más claras y sinceras de enseñanza, si lo que se piensa, se dice y se hace es congruente hay menor grado de confusión.
Creo también en la importancia de de dejar la crítica destructiva, todos estamos aprendiendo, todos estamos en el camino. La ayuda e inspiración son tareas más productivas.
El maestro comentaba que el imaginario del “muto dori” (Tal vez enfrentarse a un oponente armado estando uno desarmado podría ser una traducción) de atrapar una espada con las manos (Como en algunas ficciones del cine) era el equivalente a atrapar una bala de un francotirador con la boca. También mencionó al respecto que no había garantías, que incluso si entrenamos de la manera “Correcta” y creemos que tenemos la forma adecuada, aún así podemos perder la vida en combate. Nada está garantizado.
El maestro se refería al JutaiJutsu como un movimiento que recibe, con el ejemplo de una hoja de otoño que cae, que se posa.
De los recuerdos más profundos que me queda del tiempo compartido en Miami fue una frase corta de Pedro en un pequeño restaurante de sushi atendido por un señor japonés mayor.
El restaurante estaba lleno de familias en un domingo cualquiera compartiendo y riendo. Pedro me miró y me dijo algo así como “Éstos momentos que no parecen nada, son tal vez, los más importantes”.
Realmente no hablábamos de nada profundo, no conversábamos de artes marciales o caminos espirituales, simplemente comíamos sushi, tomábamos un trago y reíamos.
¿Que más le podíamos pedir a la vida? Eramos felices… Juntos.
A veces, me pasa con frecuencia, busco que las cosas vayan más allá. Que me aporten, que me construyan, que me lleven más cerca de mis metas. Creo que es una buena idea.
Pero en últimas ¿No es la meta ser feliz?
Entiendo que hay espacio para todo: para ser serio, para filosofar, para entrenar fuertemente, para debatir, para pensar, etc. Pero muchos de mis recuerdos más felices, son momentos simples con la gente que quiero.
Cuando el maestro explicaba el concepto de Ryu Ha (Escuela) comentaba que la palabra Ryu puede traducirse también como “flujo”, es decir como una transmisión fluida de las enseñanzas.
Decía que nuestra labor era el de pasar las enseñanzas en un flujo ininterrumpido a las nuevas generaciones.
Comentaba que si habían vacíos, con la metáfora de un puente quebrado, que los estudiantes no podían cruzar, debemos ser nosotros los que nos tenemos que poner debajo, como un puente humano, para que los demás puedan cruzar.
Espero éstas palabras les encuentren bien y sean de algún beneficio.
Gracias nuevamente a mi maestro por su paciencia y enseñanzas, a Pam por facilitar el escenario y a todos aquellos con los que compartimos momentos maravillosos que quedan por siempre en el corazón.
Komyo Ryu alumno de Unryu
Simplemente David, un amigo en el camino.